Uff, que tralla chaval.
Qué subidas... y qué bajadas... de agarrate morena.
Lo más impresionante han sido las bajadas. Hemos hecho campo través, pistas, senderos y cortafuegos. Hemos encontrado césped, lastras, roderas, palos, piedras, escollera, bichos,... Ahora, también hay que reconocer que la última subida, con toda la toma de fuerza de la John Deere metida, ha sido "pa ladrar".
Esta es una ruta que cumple al pie de la letra mi máxima sobre la bicicleta de montaña: "lo que mata es la pendiente; hacia arriba te rebienta, y hacia abajo te destripa".
Unos 130 trastornaos con ganas de pelea. 41,4 kilómetros de cuadrilátero con 1.500 metros de desnivel.
Hemos salido como si nos persiguiese Terminator. De hecho yo me coloqué en la salida entre los quince primeros, y cuando me dí cuanta ya iba el cuarenta... estos jovenzuelos, ya se sabe. He tenido que ir remontando, cortando encendido constantemente.
Y todo esto solito, sin el "molinillo de Boo", el Samu, que el muy cobarde tenía que pintar no se qué habitación... pa matarle. Primero me calienta, y luego me traiciona. Y el Dani lesionado... pero ¿esto que coño es?... antes los barcos eran de madera y los hombres de hierro, ahora los barcos son de hierro...
He visto en el monitor 160 pulsaciones - wow!, teniendo en cuenta que doy en reposo 36/38 - y el 32% del tiempo he ido a más de 150 bombazos por minuto. Vamos, absolutamente desbocao. Lo que más me ha dolido es cuando me ha pasao uno con una Zugor subiendo las lastras de hormigón... ay! como me ha dolido... y he ido 20 kilómetros afilando el cuchillo jamonero detrás... no ha habido manera, ha entrado en la meta a 25 metros, eso sí, mirando para atrás y apretando el culo.
Al final, como resumen, a fuego durante 2 horas y 34 minutos, una media de 16,1 Km/h, y llegada en el puesto - no está muy bien controlado el asunto - 18 a 22.
Hay que ir pensando en descansar.
Clic.
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